Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada 160 niños en el mundo tiene un trastorno del espectro autista (TEA). Al respecto es importante que entiendas algo: Tu hijo no es autista, tiene autismo. No se trata tanto de una enfermedad, sino de una condición con la que se nace. El trastorno del espectro del autismo es un trastorno del neurodesarrollo, mientras antes se detecte, mejor será el pronóstico para la persona que lo posee. Pero ¿Cómo es posible identificar el autismo en un bebé?
Principales señales del autismo…
El autismo se puede detectar a una edad muy temprana, desde los 18 meses de edad. Esto si se realiza una observación adecuada y se logran identificar detalles bien simples. Por ejemplo, si tu hijo no sonríe, no echa las manos, es un bebé que no tiene expresión facial adecuada o no hace un juego simbólico cuando lo tiene que hacer, como jugar con carritos.
Los niños con autismo por lo general, son niños que no se relacionan con los demás. Están en su mundo. Tienen movimientos extraños y repetitivos. Al respecto, es muy frecuente el aleteo; mueve las manos de una forma rara y persistente. Son niños que no soportan los cambios. Cualquier cambio le puede generar una reacción horrorosa. Prefieren las rutinas.
Es importante tener estas cosas en cuenta y en el momento en el que se detecten cualquiera de estos síntomas llevarlo donde un especialista para que pueda diagnosticar lo antes posible. Esto va a permitir que se reconduzca muchas conductas. De esta forma se puede explotar todo el potencial que posee el niño.
Los niños con autismo perciben el mundo de una manera diferente a la de los otros niños.
Es muy frecuente que los niños con autismo tengan conductas que a los adultos les resulte muy difícil de sobrellevar.
Una de ellas es la sensibilidad al ruido. A diferencia de una persona con un neurodesarrollo normal, los niños con autismo tienden a ser muy sensibles a los sonidos a su alrededor. Ello implica que no puedan separar el sonido de fondo de otros sonidos. En consecuencia, este bullicio los termina aturdiendo y desencadenando llanto debido a la frustración del pequeño.
¡No es que no quieran socializar! El problema es que les resulta muy difícil comunicarse con las personas de su entorno porque ellos procesan la información de manera diferente. Necesitan entender el contexto. Necesitan hablar pausadamente. Y estos son factores que, en definitiva, no todos los niños tienen en cuenta para relacionarse entre sí.
Les cuesta mucho leer las emociones de los demás y por ende desarrollar empatía. Es por este motivo que a veces pueden llegar a tener conductas destinadas al relacionarse con otros niños. Con todas estas limitaciones, es más factible aislarse en su mundo.
Además, tienden a desarrollar conductas obsesivas que les permiten ahondar bastante en un tema en concreto. En consecuencia, los niveles de concentración que desarrollan son increíbles. Podría decirse que una cosa compensa a la otra, sin embargo, siempre es bueno alcanzar cierto grado de equilibrio.
El autismo en un hijo conlleva un compromiso familiar
Un niño con autismo no siempre tendrá los mismos síntomas de otro niño con autismo. ¡La cantidad y la severidad de los síntomas puede variar mucho! Es por ello que cuando hay un niño con autismo en casa, es fundamental que la familia vaya a asociaciones en las que puedan ayudar al pequeño. Estar informados sobre el trastorno es importante. Se debe pensar en el hoy, no en el mañana. Tu hijo está ahí y tiene mucho potencial. El o ella debe de saber que por encima de todo, tu le amas y que vas a hacer lo posible para que viva una vida feliz.
Si crees que tu hijo puede tener autismo, o ya sabes que lo tiene pero necesitas de asesoría profesional para poder ayudarlo, no dudes en contactarnos. En Felizmente estamos dispuestos a ayudarte de la mano de los mejores profesionales en salud mental.
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