Los niƱos no se vuelven buenas personas cuando los castigamos
- Felizmente Seguros
- 31 ene 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 24 mar 2022

ĀæAlguna vez te has cuestionado seriamente cuĆ”l es el propósito de castigar a los niƱos? Es muy probable que a tu mente venga la frase que siempre nos dijeron en nuestra infancia āCuando seas grande me lo agradecerĆ”sā. ĀæTĆŗ le agradeces a tu padre haberte castigado en alguna ocasión? Es probable que no, mucho menos en ese momento. Estabas lleno de cólera y te sentĆas impotente. El castigo es un mĆ©todo empleado para detener los comportamientos peligrosos o no deseados efectuados por los niƱos. La estrategia consiste en retirar a los niƱos de aquellas actividades que Ć©l considera gratificantes o entretenidas, pero que en realidad repercuten negativamente hacia los demĆ”s.
Un ejemplo de una actividad que al niƱo le puede parecer divertida pero es muy negativa para otra persona se da cuando le jala el cabello a su hermano o hermana. En ese momento, el castigo funge como mediador en tanto se busca hacer entender al niƱo que la acción que Ć©ste estĆ” realizando no es buena, sino que estĆ” lastimando a otra persona. Sin embargo, la estrategia de āquitarle el hablaā o mandarlo a un rincón a que reflexione sobre sus acciones, de hecho es una estrategia antigua que fue inventada con otro propósito.
El origen detrĆ”s de la famosa āsilla de pensarā
La silla de pensar fue inventada con el propósito de hacer que los padres piensen. ĀæTe suena familiar la expresión de āen mis tiempos un par de correazos solucionaban todoā? Bueno, esto se debe a que antiguamente, los padres tendĆan a solucionar todo mediante golpes. Incluso en las escuelas estaba permitido golpear a los niƱos para disciplinarlos. Estos golpes no solo causaban dolor fĆsico sino que ocasionaban miedo y desconfianza hacia los demĆ”s, que serĆ” el sello que marca sus relaciones: Dificultad para tener relaciones sanas y, en su lugar, llenas de desconfianza, dependencia, sumisión, agresividad, depresión y baja autoestima.
Es entonces que surge la famosa teorĆa de la silla para pensar como estrategia vĆ”lida para castigar a los niƱos, aislarlos del entorno y hacer que piensen en sus acciones⦠cuando lo cierto es que esta metodologĆa lo que buscaba era que el padre se separe del hijo para calmar su propia ira. Al final, el que terminaba pensando era el padre y el efecto que se buscaba generar era apaciguar el impulso que podrĆa detonar en una agresión fĆsica hacia el menor.
Actualmente, esta estrategia puede ser dejada de lado si la acción del hijo no altera ni impacienta al padre. Al respecto, lo que se puede hacer es mantener una comunicación asertiva con el pequeƱo haciĆ©ndole entender por quĆ© sus acciones han sido incorrectas, estableciendo lĆmites y ayudando a que el pequeƱo empiece a entender las dinĆ”micas sociales y, sobre todo, que vaya generando poco a poco resiliencia emocional.
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