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¿Por qué nos enfadamos?



"Me hierve la sangre". Esta frase describe muy bien el proceso por el que atraviesa el cuerpo durante una situación de enfado. y ¿Quién no ha atravesado una experiencia que nos moleste sobremanera? Tendemos a reaccionar con enfado ante situaciones injustas, pero hay personas que no se limitan a estas ocasiones para expresar su molestia. Esto representa un problema dado que si no se gestiona adecuadamente esta emoción, podría derivar en acciones de las cuales terminaremos arrepintiéndonos después.


No me malinterpreten, el enfado, al igual que la tristeza, por más que se traten de emociones negativas, tienen una función. Son importantes y no podemos simplemente reprimirlas. Bien lo expresa la psicóloga Begoña Ibarrola "El enfado sirve para poner límites a los demás. Es una emoción tremendamente valiosa para las relaciones sociales. Nos ayuda a ser proactivos, a decir que no estamos de acuerdo con los demás, qué queremos cambiar”


Pero, ¿por qué nos enfadamos? ¿Qué es lo que genera que reaccionemos de tal forma? Cuando hablamos de la ira de lo primero que debemos hablar es de la ESCALADA DE LA IRA o el proceso de la ira, que es el proceso que hace que nosotros sintamos ira. El proceso empieza cuando tenemos una percepción de algo que es negativo. Por ejemplo que se está rompiendo una regla, que estamos siendo tratados de manera injusta o que hay algo que se interpone entre nuestro objetivo y nosotros.


Por ejemplo: nos enfadamos cuando alguien llega tarde sin avisar, porque está rompiendo la regla de la puntualidad, o cuando nuestro jefe nos dice que nos quedemos a trabajar más allá de nuestro horario, porque sentimos que nos está tratando de una manera injusta, o cuando estamos en el tráfico, porque sentimos que los demás carros se interponen entre nosotros y nuestro destino que es volver a casa a descansar.


Estos sucesos que entendemos como negativos nos llevan a desarrollar unos pensamientos inflamatorios, que es ese diálogo interno que tenemos respecto a la situación. En el caso de la primera situación estos pensamientos inflamatorios podrían presentarse de la siguiente forma "¿Qué se ha creído para llegar tarde? ¿qué acaso cree que yo tengo todo el tiempo del mundo? ¡Qué conchudo!, ¡Nunca más vuelvo a quedar con él!"


Los pensamientos inflamatorios vienen acompañados de la activación física, que es lo que comúnmente llamamos encenderse, es decir, notamos como nos vamos tensando, como aumenta nuestra temperatura corporal, nuestros puños se cierran, nuestro ceño se frunce, nuestra respiración se vuelve mucho más intensa, se acelera nuestro corazón. A esta situación la siguen las conductas agresivas que exhibimos en situaciones de ira, que pueden ir desde levantar la voz, gestos de desprecio como poner los ojos en blanco, insultar, dar portazos, hasta llegar a las agresiones físicas.


Cuando estamos en este proceso de ira, estos tres fenómenos se van potenciando los unos a los otros, de manera que cuanto más inflamo mis pensamientos, más tensión voy a tener y eso va a su vez hacer que descargue mi ira con más violencia. Como se habrán podido dar cuenta, la ira no la genera tanto el suceso que veo como negativo, sino estos tres fenómenos que se activan a continuación, por tanto a nosotros no nos afectan las cosas en sí mismas sino que nos afectan las cosas que pensamos sobre lo que nos pasa.


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