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Sé un líder valiente en tu vida personal


Todos hemos escuchado sobre la importancia del liderazgo en el ámbito laboral: se requiere un líder que guíe y motive a los colaboradores para conseguir, a través del trabajo en equipo, las metas que se tienen en común.


¿Esto significa que el líder es el más preparado, quien lo sabe todo? Si necesitamos un líder que guíe en el trabajo, ¿requiero yo también de un líder en mi vida personal? Para resolver la primera duda, la respuesta es un rotundo no. Una persona no debe saberlo todo ni tener siempre la razón para ser líder. De hecho, hay valentía en saber reconocer cuando uno se equivoca o no sabe algo, aprender, aplicar lo aprendido y enseñarlo a otros.

Es esta valentía y la curiosidad para hallar las respuestas lo que hacen a un buen líder. Deshacerse de la necesidad artificial de nunca equivocarse y tener siempre las respuestas correctas nos libra de una carga que llevamos de manera innecesaria, y que se funda principalmente en un miedo al ridículo, a no ser “lo suficientemente bueno” y evidenciar una falta de preparación para los retos que se presentan. Este tipo de liderazgo erróneo también hace que otras personas se queden calladas cuando tienen las respuestas o han identificado errores cometidos por sus jefes, simplemente porque consideran que “no es su lugar”. Así, sigue aumentando la falta de confianza, se cometen más errores, hay mayor inseguridad y nos volvemos menos productivos.


Ahora que sabes qué diferencia un líder valiente de uno que no lo es en el ámbito laboral, pasemos con la siguiente duda: ¿requiero de un líder valiente en mi vida personal? La respuesta en este momento debe parecerte evidente: sí, y ese líder debes ser tú mismo. Ser en tu vida quien tiene el volante, toma las decisiones y conduce por la ruta incluso al no saber por dónde va el camino, ni cuál es el destino.


Debes ser un líder valiente que reconoce las dudas sobre su propia vida y trabaja para solucionarlas, sin esperar tener las respuestas en la mente de manera automática y sin miedo de hacer el ridículo.


Existe una frase en la película animada de Disney “La Familia del Futuro” que resulta ser un buen ejemplo de la mentalidad de un líder valiente. Lewis, tras ser invitado a una cena familiar en casa de los Robinson, comete un error con un invento suyo y ocasiona un desastre, lo cual resulta en que se avergüence terriblemente y pida perdón una y otra vez por su equivocación. Lejos de molestarse o incomodarse, la familia estalla en risas, aplausos y lo felicitan con un “¡Así se falla!”. Frente a la evidente confusión de Lewis, la tía Billie le dice: “del fracaso se aprende, del éxito… no mucho”. Todas las personas reconocidas como exitosas han cometido una serie de errores, de los cuales han aprendido para mejorar y estar donde están hoy en día.


Es esto lo que debemos aplicar en nuestra vida personal para ser líderes valientes y luego poder transmitir esa misma seguridad en nuestras fallas y a otras personas. Primero, debemos reconocer nuestros errores (lo cual, para muchos, incluso siendo el primer paso, resulta ser un grave obstáculo). Segundo, debes aprender a cultivar tu curiosidad.


A veces las respuestas rápidas no son tan útiles como las respuestas correctas, y estas últimas pueden tomar mayor esfuerzo e investigación, pero si eres una persona curiosa, las ganas de aprender y mejorar serán un buen impulso. Por último, en lugar de huir de las críticas de otras personas (cuando estas tienen la finalidad de ser constructivas) aprende a apreciarlas y reflexionar sobre ellas.


Cometer errores no te hace débil, reconocerlos te hace más fuerte.

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